Gabriel Díaz y Santiago Bellatti opacaron a Albertengo y Menéndez, los jóvenes defensores habían compartido dupla en Mayo en la Liga Paranaense frente a Oro Verde.

Por distintas cuestiones, en muchas por obligación, Patronato terminó recurriendo a sus juveniles, a su materia prima, los formados en La Capillita, cómo este domingo, ante Gimnasia de Jujuy, con la zaga central compuesta por Gabriel Díaz (21) y Santiago Bellatti (22), que tuvieron que lidiar ante la experiencia de Mauro Albertengo y Cristián Menéndez.

Lo del Monito Díaz ya dejó de ser sorprender, se ratificó cómo el primer marcador central de Patrón, pasando los delanteros y el oriundo de Villa Mercedes continúa firme, inamovible de la última línea. Palabras más, palabras menos, indiscutido. Este fin de semana, volvió hacerse fuerte ante la jerarquía y trayectoria de los rivales y van...Ya pasaron Gagliardi, Cucchi; Lavezzi; Nasta; Toledo y no pueden con el 2, que también debutó en la red ante Alvarado dos fin de semanas atrás.

Este domingo, jugó con un viejo compañero, que hace poco más de un año que no jugó profesionalmente. Bellatt tuvo un inicio dudoso, lógico, producto de la inactividad. Con el correr de los minutos, sobre todo en el complemento, el ex Naranjitos ganó todo lo que disputó, ya sea en la vía aérea cómo a la hora de trabar e ir. Hasta se hizo fuerte en el arco contrario, redondeando un buen partido.

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Bella y el Monito conocían lo que era jugar juntos, en Mayo compartieron la zaga central en la primera de Liga Paranaense frente a Oro Verde. Ambos, bajaron por órdenes de Walter Perazzo a sumar minutos. Meses después, se reencontraron en el verde cesped del Grella en la Primera Nacional.

REVIRTIÓ SU IMAGEN

Valentín Pereyra volvió a jugar tras su expulsión ante Racing en Córdoba, que le costó recibir varias críticas, sobre todo por la actitud. Este domingo, el paranaense ingresó en el primer tiempo por Emiliano Purita y cumplió con creces. En sus pies nació la jugada más clara de la primera parte, que no concretó Asis.

En el complemento, el volante fue de menos a más, fue claro con la pelota, desequilibró y, cuando el equipo lo necesitó, se hizo cargo de la conducción. Se hizo cargo del balón detenido y, desde ahí, nació el único grito de la tarde. Cambió reproches por aplausos y, nuevamente, el reconocimiento, cómo el que recibió el Monito y Bellatti.

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